2014
Las Peñas, La Jagua, Alto Yuma, Abya Yala.
Ye
llevábamos un tiempo jugando "la lleva", por allí una hora. Los límites
eran todo el río y la parte de la orilla donde hay arena y no piedras
debajo de las peñas. Éramos cuatro jugando, mezclando brincos, clavados,
nadando y corriendo descalzos sobre piedras y arena, haciendo lo
imposible pa que no nos pegaran la lleva. Cristian era "la lleva" por un
buen rato ya que nadie se dejaba tocar. Ciertamente se cansó de
perseguir a los demás y fijó su mirada en mi para pegarme "la lleva",
pero yo no lo iba dejar. Corre, brinque, nade, clavar, emerger, nadar a
la orilla, repetir todo de nuevo… yo resisto pero uno se cansa.
Después
de repetir esa coreografía varias veces empecé nadar río abajo para
ahorrar energía y Cristian me persiguió, sin embargo no me iba tocar, o
por lo menos no le iba ser fácil, ´tonces justo en el momento que me iba
pegar la lleva, me clave y me fui pa bajo, solté todo el aire de mis
pulmones para hundirme más rápido, dos veces sonaron mis oídos por la
presión, hacía frío, muchísimo frío y lo mientras más profundo más aumentaba la corriente,
cuando de repente estuve donde jamás había estado en toda mi vida, me
zafé de las piedras del fondo del Gran Río de tantos nombres: Yuma,
Guacacayo, Arli y desde la invasión europea, Magdalena.
Mientras
que el cuerpo entero de agua me pasaba por encima, sentía la
combinación de sedimentos, materia vegetal y otros objetos más pesados
que me rodeaban el cuerpo al ser arrastrado sobre el fondo del río. Mi
imaginación me traicionó y solo deseaba que un cadáver no me acariciara
en este frío al ser llevado por la corriente. No había luz, no se podía
ver nada y por el frio empecé a temblar. ¿Dije que hacia frío? Después
de un momento, lo que sentía ser varios minutos probablemente no eran
más de 40 segundos, emergí, Cristian que estaba río abajo al ver me
empezó nadar con toda fuerza hacia mí, de nuevo no me alcanzó por más de
un minuto. Muerto, me acerca a la orilla y me arrastre del agua,
exhausto, sin aire, mareado, con náuseas y me dolía la cabeza.
El
cambio de presión por el agua con el esfuerzo físico fue demasiado para
mi resistencia y me "foquié" tirado en la playa con mis brazos y
piernas abiertas. Cuando me desperté, me sentía un poquito mejor, aun
exhausto. Me senté y los otros tres estaban en el río cerca de la orilla
hablando. “cuanto llevo dormido?” les pregunté, “casi una hora”
respondieron. Les dije que había tocado el fondo del río. Los ojos se
les abrieron como platos, “¡Mentiroso! ¡No puede ser! ¡Con
razón que te quedaste foquiado!”. Ya cuando me iba acomodar y volver a
acostarme, Cristian me dice, “Ah, la llevas, te lo pegue cuando estabas
dormido”…
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